Juan Pablo Serrizuela, el más chico de los Tiburones, integró por primera vez la convocatoria en Primera División ante Estudiantes en La Plata y sueña con debutar con la camiseta rojiblanca.

Serrizuela es sinónimo de defensor en materia fútbol. Juan José, su padre, lateral derecho campeón mundial con la Selección Argentina sub-20 en Malasia, y José Tiburcio, su tío, experimentado zaguero con vasta trayectoria en la élite argentina, son una clara referencia para Juan Pablo, que llegó desde la reserva de Lanús hace dos años y hoy sueña con debutar en Barracas.

“Estoy triste por el resultado del partido ante el Pincha pero feliz porque integrar la nómina de convocados es uno de los objetivos que me puse para este año. Al Huevo Rondina le debo agradecimiento eterno porque me dio la oportunidad de ir al banco y eso es un fruto al trabajo y al esfuerzo, aunque se necesita que te den esa mano”, sostuvo el central.

50 partidos en la categoría reserva de la Liga Profesional en el Barraqueño y capitán de la divisional son logros que tuvo a lo largo de este tiempo Juampi, que mantiene viva la ilusión por pisar Primera: “Las ganas de entrar estaban, pero cuando vas perdiendo y sos defensor ya sabés que es difícil. Mi objetivo es seguir estando entre los convocados y si Dios quiere poder debutar, es mi mayor anhelo”.

Sin dudas que la familia es una parte importante en la trayectoria de cada futbolista y más en las instancias previas a debutar profesionalmente. Y así lo entiende quien lució el dorsal “34” en su primera convocatoria profesional: “A la familia le agradezco por el apoyo de siempre, estuvieron siempre conmigo en las malas, cuando más lo necesité, se los agradezco toda la vida”.